Por Sergio Zabalza*
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Serían las tres cuatro de la tarde. Mensaje de un colega por wp. Link de Página 12 con la leyenda del remitente: “en la cara”.
No siempre me doy el tiempo para abrir videos. Tuve la fortuna de hacerlo. No lo podía creer. Una galardonada en la embajada de Francia. Una científica comunicadora. La premiada argentina se para en el escenario y dice frases… ¿cómo te explico? Esas frases que te curan el alma. Que reparan esas heridas que uno va recibiendo desde hace meses y no sabés dónde ponerlas en el cuerpo.
No te entran porque el cuerpo está lleno de indignación. Entonces ponés las heridas en la relación con los demás; en las torpezas; en la tensión con la que hacés las cosas: en la falta de sueño. Pero resulta que una piba brillante dice en tres o cuatro frases lo que vos estás esperando como el agua en el desierto.
Dijo Valeria Edelsztein: “La ciencia argentina está siendo destruida y uno de los responsables está acá entre nosotros”. Tras lo cual giró su rostro para mirar al destinatario de ese mensaje y pronunciar su nombre: “El presidente del CONICET, Daniel Salamone…”. Valeria puntualizó los despidos de compañeros y compañeras.
Agregó que la administración libertaria está destruyendo el semillero de becarios “que es el futuro del país” y remató su alocución cuando señaló: “La ciencia argentina tiene un pasado glorioso del que ellos se avergüenzan, pero también tiene un presente y de nosotros depende que tenga un futuro”.
Es curioso, En los últimos meses he escuchado repetidas veces frases similares respecto de la infame tarea de desguace de la ciencia argentina. Políticos; sindicalistas; colegas; periodistas. ¿por qué el testimonio de Valeria produce semejante impacto?
Aclaro que tal efecto no resonó solo en este escriba. Cuanto ente hablante me crucé en estos días no dejó de mencionar el episodio; la claridad; la decisión; la valentía de esa mujer. ¿En qué estriba –para decirlo de una vez- el efecto “sanador” de tamaña declaración?
Por empezar, el lugar. La embajada de un país con un recorrido científico formidable, además de ser una de las principales potencias de Occidente, obvio, un país con intelectuales brillantes, o sea.
Luego: la situación: el premio. La persona que habla ha sido distinguida. Cuenta al momento del recibimiento con toda la atención, y más precisamente con el brillo que le otorga el reconocimiento por su tarea. Es decir, alguien con Autoridad. Lugar y Persona, entonces. Pero algo más. El testimonio. Y aquí viene el núcleo más jugoso, intenso y valioso de la cuestión.
Desde ya que las palabras de Valeria dicen una verdad que pide ser exclamada a los gritos. Pero si es algo ya sabido ¿por qué su ponencia genera tal resonancia, en especial, de alivio? Digo mi interpretación que, por supuesto, no es la única. Primero: las palabras de Valeria cobran un inestimable valor porque esa persona, en ese momento y en ese lugar tiene Poder. Y bienvenido. Esto es la política. De la mejor.
El Poder aquilatado con las mejores armas. El estudio, el trabajo, los logros. Y vamos al segundo componente. El más importante: las palabras de Valeria no solo valen por el valor de verdad que las mismas sustentan, sino porque su contenido quiebra de medio a medio la naturalización del aberrante relato libertario. Sin intermediarios. Sin dobleces. Poniendo el cuerpo. En una situación pública, no vía online. Gracias inmensas, querida.
Es lo mejor que tenemos. Las palabras plenas. Aquellas que, además de contar con el valor referencial que les provee la idoneidad de su emisor, están formuladas para romper el nefasto encierro discursivo del cual hace años somos objetos.
La cara dura del director del Conicet ante las palabras de Valeria resume el tóxico que hoy invade a nuestra nación: Hacer daño; desconocer el esfuerzo y la brillantez de argentinos que lucharon por hacer de los ciudadanos de este país algo mejor que meros consumidores de tonterías; y esmerilar el trabajo en conjunto.
En un posterior mensaje radial, Valeria fue muy precisa al destacar que a los logros científicos no se accede si no hay un trabajo conjunto, en comunidad. El ataque a la ciencia no es un mero episodio de la destrucción del estado a la que hoy estamos asistiendo. Para ellos es imprescindible que nuestro pensamiento, nuestras palabras, nuestro razonamiento carezcan de Poder. Ese que nace del trabajo, del esfuerzo en común y de la inteligencia al servicio de la Patria. Que es el Otro
*Psicoanalista. Doctor en Psicología por la Universidad de Buenos Aires.
Revista Cultural Latinoamérica (Guturalmente Hablando) «El Viento»
Juana Koslay, San Luis, Argentina
La cultura respira con la gente en la calle
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