Por Alberto Hugo Saravalli
SIGUEN FLOTANDO
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Caían, pájaros desvanecidos,
desde aviones falcónidos.
Aquel otoño eterno de hojas y llantos,
desaparecían de sus árboles.
Un río sucio,
abotinado,
nido de aguas, recibía porrazos.
Carnada de peces gordos,
marejadas pardas,
de un Plata duro, aunque blando.
La muerte volaba de noche.
Todas las noches en una.
Motores rugientes,
bigotes y gorras,
galones de raso.
Noche arrasada:
violentas noches.
Era cemento también.
Zapatos grises.
Un fondo profundo,
equivocada fosa,
reflujo del alma,
olas hormigonadas sobre playas.
Vía crucis de estaciones raras:
más de catorce, las suyas.
Muchas más.
No hubo otra redención que la del agua,
sin resurrecciones,
tantas cruces,
picanas coronando violaciones…
Treinta mil historias repetidas,
treinta mil latigazos,
tajos en sus flancos,
vinagre de un río manchado,
moretón color de pueblo,
de libertad cazada.
Y son treinta mil.
Treinta mil que siguen flotando.
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Alberto Hugo Saravalli ©
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Escultora: Claudia Fontes
Argentina.
“Reconstrucción del retrato de Pablo Míguez” (1999)
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